miércoles, 11 de junio de 2014

¡Melisandre! ¿Qué son los sueños?

Melissandre! Was ist Traum? (¡Melissandre! ¿Qué son los sueños?)
Was ist Tod? Nur eitel Töne. (¿Qué es la muerte? Solamente los tonos vanos)
In der Liebe nur ist Wahrheit, (En el amor sólo es verdad,)
Und dich lieb ich, ewig Schöne. (Y te amo, por siempre bella.)

Este es un libro que no tenía pensado leer cuando me acerqué por la última edición de la Feria del Libro de mi ciudad (Pamplona). Iba con otro libro en mente (Skagboys, de Irvine Welsh), una novela que seguro adquiriré en otra ocasión, porque el escocés es uno de mis autores favoritos.

Sin embargo, y quizá tengo que achacarlo a tres factores, al final me decidí por este libro. Uno de esos
factores es el criterio de la librera que me lo vendió. A la dueña de la librería Nerea (calle Esquíroz de Pamplona) la conozco desde hace mucho tiempo (antes incluso de regentar el negocio) y confío en su gusto porque además de vender libros, los lee. El segundo de los motivos que me invitaron a comprarlo fue su finalidad, servir de entretenimiento para un viaje de ida y vuelta entre Pamplona y Málaga. Un libro de 263 páginas era fácilmente asumible en un viaje de 12 horas en total. Y el tercero tengo que agradecérselo al equipo de maquetación y diseño de la editorial Asteroide. A mí un libro me tiene que entrar por los ojos y éste lo hizo. Entre la portada y la redacción del argumento, ya estaba convencido a un 50 %.

Tengo que decir que el libro de Hillel Halkin me ha gustado, aunque reconozco que me podría haber gustado mucho más. Éste es un libro que admite segundas o incluso terceras lecturas. Se nota que el escritor estadounidense tiene 75 primaveras y es bibliófilo. ¿Y en qué se nota? Se nota en las reflexiones que hace el protagonista, Hoo, sobre muy diversos temas culturales, religiosos, políticos... Son unas reflexiones que parten de alguien que ha leído mucho, que sabe mucho y que se ha documentado mucho. Esa es precisamente la parte que menos me ha gustado, la de las digresiones filosóficas y religiosas. Decía lo de los 75 años por eso, porque un joven (no tan joven ya) de 32 años como yo no tiene mucho tiempo para detenerse en reflexionar y documentarse acerca de los principios del hinduismo o de las teorías neoplatónicas o del macarthismo...

En lo que sí que me ha llegado es en la plasmación de una historia de amor a través del tiempo. Una historia de amor que se prolonga durante casi toda una vida es algo muy difícil de construir narrativamente y Hillel Halkin lo ha conseguido con una gran maestría. Hay frases y momentos con una intensidad brutal y otros en los que te gustaría ser el protagonista y cambiar la historia. Dentro de la construcción narrativa también destaco la redacción en segunda persona, muy complicada de mantener a lo largo de todo el relato.

Otra de las cosas que destacaría son las conversaciones entre los dos protagonistas principales, que resultan memorables. Y no sólo las que están plasmadas en diálogos, sino las notas mundanas que se van dejando en libros escritos por reputados historiadores o investigadores. Trozos de vida que posteriormente, rescatados unos años después, abren la puerta de todos aquellos sentimientos que permanecían dormidos y aquellas heridas que ya se creían cicatrizadas.

En cuanto a referencias, me recuerda en alguna escena al libro de Haruki Murakami Sputnik, mi amor (referencias a Grecia, no doy más pistas) y en lo relativo a una historia de amor a través de toda una vida, al libro de Vargas Llosa Travesuras de la niña mala. Si me pidieran más referencias diría Chesil Beach, de Ian McEwan, por su habilidad de meterse entre las sábanas de una pareja primeriza, El animal moribundo de Philip Roth y Desgracia de Coetzee por mostrar la vida de un profesor universitario con un complicado mundo interior.

Copio el argumento que aparece en la contraportada: "A finales de los años cincuenta, en Nueva York, dos chicos: Hoo y Ricky, y una chica, Mellie, se conocen mientras trabajan en la redacción de la revista literaria de su instituto. Allí forjarán una amistad que durará años y condicionará el resto de sus vidas. Décadas después, Hoo, convertido en catedrático de filosofía, rememora su relación con Ricky y con Mellie y también el trasfondo cultural y social de la época que les tocó vivir: los coletazos del macarthismo, la liberación de los años sesenta o las protestas contra la guerra de Vietnam. Conforme avanza la historia se van revelando las razones que le han llevado a escribir el relato de esa amistad; que es, en realidad, una maravillosa carta de amor a Mellie".

"En ¡Melisandre! ¿Qué son los sueños? la sabia mirada de un hombre maduro sobre su vida y sobre aquello que le da sentido convierte este libro en un canto al amor y a la amistad, en una invitación al perdón. Una de las novelas de amor más extraordinarias de los últimos años que nos habla del poder de la literatura y la memoria".

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