jueves, 13 de diciembre de 2018

El efecto Tinder

Últimamente, y debido a la influencia de las redes sociales, se está produciendo lo que yo llamaría un "efecto Tinder". Como muchas personas sabrán, Tinder es una aplicación para favorecer las relaciones sociales o, dicho comúnmente, para ligar. En esta aplicación, una vez que creas un usuario, te aparece una 'baraja' de cartas y con el movimiento del dedo de ir pasando fotos, es decir, a izquierda o derecha, vas eligiendo, en un primer vistazo, si un chico o una chica te gusta.

Este es un sistema que deja totalmente fuera a los grises. Es decir, tú miras la foto y piensas durante unos segundos y tienes que elegir si te puede gustar o no, sin haberle escuchado hablar o haberle visto en persona y saber cómo piensa. Solo guiándote por tu intuición. Y en este punto, se puede perder la posibilidad de muchas relaciones, ya que a todos nos ha pasado que hemos tenido una primera impresión errónea, que luego ha derivado en otra mucho mejor con la conversación y el paso del tiempo.

Y aquí es donde se extrapola este "efecto Tinder" al resto de las cosas. Hace años, antes de la proliferación de las redes sociales, escuchabas el informativo y, aunque no quisieras te enterabas de cosas que no querías oír o que no te interesaban. Ahora, y especialmente en redes sociales como Twitter, eliges a quién seguir y realizas una elección sobre qué contenidos quieres que pasen por delante de tus ojos cuando deslizas tu timeline. 



Por ello, si solo estás escuchando la misma opinión todos los días y de todas las personas a las que sigues, es fácil que no te plantees nunca que otra opción u otra forma de pensar puede tener razón o, al menos, no estar desencaminada en su totalidad.

Para reforzar esta impresión, en Twitter se dan unos condicionantes muy característicos: Hay tres opciones de interactuar con un tuit: dándole a favoritos (me gusta), retuiteándolo para que les aparezca a tus seguidores y escribiendo una respuesta al tuit.

Y esto también se refuerza, aún más con las encuestas. Te plantean hasta cuatro opciones y tienes que elegir una. 

En definitiva, todo está orientado a que haya varias ideas predominantes y se refuercen a base de retuiteos y se queden fuera los grises o las ideas que están a caballo entre una opción u otra. 

Esto genera un auge de los enfrentamientos y las polarizaciones. O eres feminista o eres machista; o eres comunista o fascista, del Madrid o del Barça. Diferir de estas grandes corrientes de opinión resulta muy complicado por la propia estructura de Twitter: tradicionalmente los tuits contenían como mucho hasta 140 caracteres y desde hace un tiempo se puede llegar hasta los 280. Pero quizá no es suficiente para desarrollar los matices de una postura disidente o no coincidente con el sentir general.

No sé cuál podría ser la solución a esto, pero presenta un panorama muy peligroso porque si la gente solo escucha siempre lo que quiere escuchar, lo convierte en un mantra y se opone a todo lo que difiere un poco de este pensamiento. Yo, procuro seguir tanto a los que opinan como opino yo hoy como a los que no, porque no sé cómo opinaré mañana. Todos tenemos derecho a cambiar de opinión si nos convencen.