miércoles, 17 de julio de 2013

Cerveza, apuestas y canguros



Que sueñes con el diablo
y sientas pánico al amanecer
Antigua maldición

Después de los Sanfermines he retomado el placer de la lectura y con bastante fuerza. Y esta vez me gustaría recomendaros uno de los mejores libros que he leído en mi vida: Pánico al amanecer (Wake in Fright), de Kenneth Cook. Es la mejor novela de un antihéroe que he leído jamás. Además, emocionante, divertida, entretenida y no muy extensa (190 páginas).

Pánico al amanecer no es una novedad, ni un gran lanzamiento editorial. Es realmente un clásico de la literatura australiana que se reeditó recientemente (en mayo de 2011) por Seix Barral. El libro fue escrito en ¡1961! Cuando cayó en mis manos yo no conocía previamente ni la novela ni el autor. Pero no pude tener mejor intuición al seleccionar el libro. Si os gustan los antihéroes de los libros de Bukowski o de Irvine Welsh, os gustará el humor ácido de Kenneth Cook.

Hay varios tipos de libros y entre ellos los que te hacen reír a carcajadas aunque estés leyendo con gente a tu alrededor. Pánico al amanecer es uno de esos libros. Se trata de un profesor de escuela, John Grant, perdido en el Outback australiano, en un pueblo llamado Tiboonda, y que ansía unas vacaciones en Sydney junto a su amor platónico, Robyn. Cuenta con seis semanas de vacaciones y el dinero justo para llegar a su destino y aprovechar sus días de libranza.

Pero para llegar a Sydney tiene que hacer escala en un memorable pueblo, Bundanyabba, de donde despegaría su vuelo hacia la costa. Pero allí amigos, empiezan los problemas. En medio del desierto australiano, estéril, sólo sobreviven unos ciudadanos que piensan únicamente en el juego y en la cerveza. "En los pueblos remotos del Oeste no abundan las comodidades de la civilización: no hay sistema de alcantarillado, no hay hospitales, es raro dar con un doctor, el agua es mala, la luz eléctrica es para los pocos que pueden costearse un generador y las carreteras apenas existen. Tampoco hay teatros ni salas de cine y los salones de baile se cuentan con los dedos. Pero hay un sólido principio del progreso que mantiene a salvo de la locura declarada y que se encuentra arraigado a miles de kilómetros al Este y al Norte, al Sur y al Oeste del Dead Heart: dondequiera que vayas, la cerveza siempre está fría". La cerveza también genera otra reflexión del protagonista: "Curioso rasgo de la gente de por aquí, pensó Grant: puedes dormir con sus mujeres, aprovecharte de sus hijas, gorronearles, estafarlos, hacer casi cualquier cosa que en una sociedad normal te llevaría, cuando menos a sufrir el ostracismo. Aquí en cambio, casi ni se dan por enterados. Ahora, basta con que te niegues a beber con ellos para que pases de inmediato a convertirte en su enemigo mortal".

-¿Primera vez en Yabba? Jock Crawford.

Frases como esta salpican todo el libro. Como este fragmento que alude al carácter de la gente forjado por las duras condiciones de vida: "Siempre que pensaba en un minero, Grant imaginaba a alguien con la cara tiznada saliendo de la tierra como si fuera un topo. La diferencia era que podía parpadear, mover la cabeza y hablar, aunque lo más seguro, con un marcado acento galés. En cuanto a los recién llegados, se trataba de un par de especímenes que hablaban con el sonsonete mal desarrollado por aquella gente que no abría mucho la boca al hablar para evitar que les entrase el polvo".


O esta que menciona el glorioso agua de Yabba: "El grifo de agua caliente le proporcionó una tímida lluvia bajo la cual comenzó a frotarse la piel usando el fragmento de jabón que encontró a un lado de la bañera. No era fácil hacer espuma con el agua que salía de las cañerías de Bundanyabba. Abrió entonces el grifo del agua fría y la temperatura apenas disminuyó. Por espacio de unos minutos, permaneció bajo el chorro con la esperanza de refrescarse".

Este libro pone al límite la dicotomía propia del hombre entre el bien el mal, el pequeño pasito que hay que dar para que una situación descarrile y se convierta en dramática. Las decisiones que se toman como fruto de una borrachera y que pueden condicionar el resto de nuestras vidas...

Otra anécdota muy interesante relacionada con este libro es la que cuenta que en 1963 el actor Dirk Bogarde se hizo con los derechos cinematográficos del libro, que en un principio iba a dirigir Joseph Losey, pero que finalmente llevó a la pantalla Ted Kotcheff. La película fue estrenada en Cannes en 1971 y posteriormente se perdieron los negativos originales. Ya en 2002, tras una larga investigación, el cineasta Anthony Buckley localizó una copia en Pittsburgh, Estados Unidos. Después de un proceso de restauración digital, la película fue exhibida en el Festival de cine de Cannes, de nuevo en 2009, ¡38 años después! y obtuvo una mención especial en la sección de Clásicos. La película está, de momento, libre para ser visualizada en Youtube.